sábado, 9 de junio de 2018

A mi persona maravillosa.

Hay tantas cosas que sabes que necesitas en tu vida sin casi haber experimentado cómo es tu vida con ellas...

Yo viajé sola por primera vez a los 18 años, me quedé en Barcelona, no estaba muy lejos. Entonces vi que quería esa parte de aventura en mi vida, por insignificante que fuera. Quería salir y explorar hasta el más cercano y recóndito lugar.

El primer libro "largo" que me regalaron fue durante unas fiestas, yo tenía 12 años. No me gustaba leer... Lo odiaba, en realidad. Y ese libro me cautivó tanto que no podía parar, lo devoré en un solo día. Y esa experiencia realmente me marcó para siempre, hizo que me replanteara qué era leer. Y me gustó pensar en ello. Y leí más libros, y no me cansé de leer. Decidí que eso, definitivamente tenía que estar en mi vida, que ese placer no podía quedarse fuera de mi.

Y te conocí. O volví a conocerte. Y creí que ese acto de saludo y consuelo pasajeros eran eso, pasajeros. Que volverías a desaparecer porque no tenías ningún motivo para quedarte en mi vida. Pero te quedaste y destrozaste mis esquemas idealizados y pusiste mi mundo patas arriba con tus simples palabras y tu buena intención. Dejé de sentirme sola en un mar continuo de gente parpadeante. Y con ese  vaivén de cumplidos y caricias impalpables, te abriste paso en mi, uniendo piezas rotas a mi estúpida e ingenua alma. Y me vicié a la sensación de esos pedazos de mí reencontrándose con mi ser, a la sensación que me inundaba cuando tú me hablabas, a la alegría incesante cuando tus palabras se formaban en mi cabeza creando paz. Y me tocaste con la yema de los dedos cada rotura y cada grieta, uniendo cada parte en un frenesí de sentimientos encontrados. Y vi que no quería que salieras de mi vida nunca jamás.
Y mis inseguridades, mi vergüenza, mi miedo al rechazo y a lo que puedan pensar construyeron una muralla entre lo que quería decir y lo que realmente dije.
A esa persona maravillosa, te ruego que no salgas de mi vida. Y que si sales de ella, no lo hagas dando un portazo. Tienes conexión directa con cada pedazo de mi ser y me aterra el pensar en esos trozos de mi solos otra vez. He conocido la sensación de ese tacto inaudible sobre mi estúpida e incorregible alma y no quiero vivir sin él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario